Caminaba nerviosa dando grandes zancadas, casi corriendo. Mi mirada te buscaba por todos lados ¿Dónde estás?
Cada segundo que pasaba sin encontrarte mi angustia crecía, no te encontraba…
Me metí por el sendero de un bosque, frío y bello.. avanzaba.. mientras las ramas me rasgaban las piernas y me golpeaban la cara.
Ni rastro tuyo… ¿Donde estás?
Sabía que necesitarías a alguien y que esa alguien era yo.
Un palpito en el pecho me dijo: ¡Corre!
Corrí
Corrí..
Llegué a un pequeño barranco, no muy alto, sin agua, sin vida, sin color y te encontré, estabas al otro lado…
Tenías la cara roja de llorar y… estabas ensangrentado..
Te estabas golpeando… no querías vivir…
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo…
Ver en ese estado la razón de mi existir… casi no pude soportarlo, me temblaban las piernas, quería tirarme al suelo y llorar, pero no..
-¡PARAA, PARAA! -grité desesperada, emocionada, llena de impotencia y dolor.. mucho dolor..
Casi sin darme cuenta mis ojos se llenaron de lágrimas, quería ir allí, abrazarte, protegerte, decirte que todo iba a estar bien ahora…
…
En ese momento… levantaste la cabeza y me observaste, tus ojos estaban llenos de inexpresión, indiferencia, rojos e hinchados… Vi como una gota de sangre bajaba de tu cabeza surcando tu cara hasta unirse con una lágrima y caer juntas al suelo…
Fue un instante eterno…
Te acercaste a mí, justo hasta quedar al otro lado del barranco, sin dejar de mirarme.
Mi corazón no dejaba de gritar: ¡Te amo!… te amo… pero mi boca no podía pronunciar ni una palabra…
Todavía no puedo creer lo que hiciste a continuación..
Sin decir nada y sin dejar de mi mirarme… ¡SALTASTE!
-¡NOOOOOOOOOOOOOO! -grité mas desesperada de lo que no había estado en toda mi vida, mi corazón se iba contigo en la caída hasta chocar con el suelo y romperse..
Demasiado tarde…
Bajé corriendo, casi rodando, me rasgué todo el cuerpo..
Me puse junto a ti.
-¡¿Qué has hechoooo?! -Dije de la mejor forma que pude mientras me ahogaba con mis propias lágrimas y te cogía fuertemente la mano.
-Lo siento… -me dijiste. Tus ojos ahora expresaban tranquilidad, descanso…
-¡NO! ¡Te pondrás bien! Todo va a ir bien.. tod..- no me dejaste terminar:
-Te Quiero.
Mi cara estaba empapada de llanto y sudor. Debajo de mi, crecía un charco de sangre al que caían mis lágrimas y se esparcían… El corazón me bombeaba tan fuerte que me dolía. Me ahogaba entre las palabras, el llanto, el olor de la sangre… No podía creer que esto estuviera pasando de verdad.
-Te amo, no me dejes, por favor… -le supliqué
-Nunca te dejaré, te Qui… .. te Quie..e.. -Intentabas decir con gran esfuerzo..
…
En ese momento, tus ojos se cerraron y tu mano soltó la mía para caer inerte sobre el charco de sangre que ya te rodeaba y había manchado mis piernas…
Acaricié tu rostro ya sin vida, dejando mis dedos marcados en tu cara con un rastro de sangre que me recordaba que no te volvería a tener… o quizá sí…
Me tumbé a tu lado y te rodeé con los brazos…
-Yo tampoco te dejaré jamás…- susurré en mi último sollozo..

Que chulo!! Me ha gustado mucho!! Muy triste pero emocionante! 😀