-Sólo quiero entenderte.
-¿Cómo vas a entenderme si ni yo me comprendo? No sé quién soy, ni cómo actúo a veces, ni las cosas que hago.
-Yo sí que lo sé. ¿Quieres saberlo tú?
Él me encontró cuando yo me veía invisible. Me dijo como me llamaba y describió mi aspecto de una forma que me hizo creer hermosa. Me hizo darme cuenta de que yo no sabía nada de mi. Nunca me había encontrado a mí misma como él lo hacía, ni me entendía. Estaba perdida y me tendió la mano. Describió mi personalidad y fue tan embellecedor como duro, con todo lujo de detalles.
-…y esa eres tú. Anhelas una vida estable pero te pierdes en pequeñas locuras. Correrías conmigo 100km pero cuando faltara menos de un metro, abrirías una brecha en el suelo entre los dos. Solo para ver si soy capaz de ir a por ti y adorarías la tensión y el sufrimiento porque sabes que nos haría más fuerte aun arriesgándote a destruirnos. Eres capaz de dejar pasar años para comprobar si la llama aún arde y, créeme, lo hace. Eres seria y desconfiada, sobretodo con extraños pero una vez dentro de tu círculo de confianza eres un niña que aún disfruta con películas de dibujos. Podría darte mil detalles. También… te escondes en una fachada de indiferencia ante las cosas que más te importan.
-¿Cómo tú, no?
-Como yo.
-Claro…
-Ves, ya lo estás haciendo.
