//La última vela

La última vela

La última vela se apagó ofreciéndoles intimidad antes de que el sujetador cayera al suelo. El roce de la prenda por las piernas de ella inspiró el deseo de él. Entre la penumbra, miró delicadamente su cuerpo casi desnudo y sonrió. Un dulce beso acompañado de caricias los unió y se dejaron caer en su nube de amor. Su robusta y segura mano acariciaba su cuerpo jugando con la última prenda que le quedaba puesta. Los latidos de ella se escuchaban hasta en la tierra, creando una melodía que les acompañaría todo el camino. Cada paso más allá era lento y con dulzura. Un pintalabios rojo adornaba con besos su cuello. La pasión se encendía más rápido que lo que había tardado la última vela en apagarse. Los movimientos se tornaban más rápido sin perder delicadeza. Él comenzó a arrastrar la última prenda que le quedaba puesta con los pies  hacía abajo. Ambos desnudos mitigaban el delirio que ellos mismos habían creado. Él la hacía sentir segura, siguiéndola a su ritmo.

Se miraron un momento, él buscaba su asentimiento y ella su amor. Un mar de nuevas caricias, besos y movimientos le dio a cada uno lo que anhelaba del otro.  Un atisbo de luz se dejó entrar entre las rendijas de la ventaba descubriendo lo que era el amor.

-¿Te duele? –preguntó él.

-Te quiero –contestó ella.

Acelerando el ritmo, consumaron su amor. Llegaron los suspiros, primero los de ella, que con los ojos cerrados, se dejaba llevar. La primera gota de sudor nació en la espalda de él, hija de la pasión. Un vaivén danzó con ellos. Un gruñido, una mano apretando una espalda, unos labios besando un cuello. La magia volaba a su alrededor, dándoles cuánto necesitaban. Sin ver, con los ojos cerrados, se sentían más cerca que nunca; sus almas salieron para mirarse fijamente y comprobar que eran casi iguales.

Tras el momento cumbre, él confirió el último suspiro un segundo antes de abrir los ojos. Dos sonrisas se miraron renovadas y más enamoradas que nunca. Él se dejó caer a su lado y la ayudó a acomodarse en su pecho. Acarició su pelo y besó su mejilla. 
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