-Yo no deseé que salieras de mi vida.
-Yo tampoco quise salir nunca de ella.
-Pero lo hiciste.
Siempre hay alguien en nuestra vida que echamos de más, nos molesta, nos perturba… ¿Y cuando al fin sale de tu vida?: Siempre se echa de menos. Al principio no lo notas, porque es lo que deseabas, o quizá no, pero poco a poco vas notando su ausencia. Llega un momento en el que echas de menos lo que antes odiabas; las peleas, los gritos:
-¡Siempre haces lo que quieres!
-¿Y eso es malo?
-¡Síí!
Las decepciones…
-No pensé que fueras así.
-La vida no es una película con final feliz y yo me cansé de vivir según lo que tú esperabas de mí.
En esos momentos aunque de modo diferente, sigue estando en tu vida. Quizá incluso eres tú quien decide alejarse, el problema llega cuando echas de menos a esa persona hasta el punto de que preferirías discutir con ella a hacer cualquier otra cosa en el mundo. De mil lugares, sitios y personas prefieres estar a su lado, aunque sea a base de gritos. Y ¿entonces qué? No vale la pena engañarse a uno mismo.
-Aquella tarde que te despediste de mí, sabía que no volverías, aunque no me lo dijeras. Te conozco demasiado bien.
-¿Y por qué no me detuviste?
-Porque esa era tu decisión.
-¿Y qué? Tú siempre decidías por mí.
-Yo también estaba cansado.
-¿Y ahora?
-¿Ahora? Te echo de menos.