//Dos almas que se buscan.

Dos almas que se buscan.

-¡¿Y qué pasa si te amo?! –Grita sin gritar, en silencio.

El humo del cigarro sube envolviendo la habitación. Huele mal pero le gusta. Le recuerda en cierto modo a él.

-¿Qué tal, cielo? –pregunta una voz de fondo.

-Bien, cariño –responde indiferente.

Apaga el cigarro, se enfadará cuando lo vea. Mira por la ventana, la gente anda tranquila y le dan envidia.

-Te quiero –dice acercándose por detrás y dándole un beso en la mejilla. Pero ella ya no está ahí, ha dejado a su alma volar. La ve desde el balcón, sonriéndole desde abajo. Irá a buscarlo, y lo encontrará y sus ojos puestos en ella lo verán. No sabe si estará con alguien, o solo, cantando, tocando o paseando. Pero sabe que estará sonriendo porque siempre lo estaba.

Mira un momento sus fotos en sus memoria; tantas y tantas fotos diferentes en lo que lo único que se asemejan es su sonrisa. En una lo había pillado desprevenido y sonreía de verdad, es la que más le gusta. Al natural parece un niño. Sus ojos vuelven a su alma que se pasea en su busca cerca de su casa.

-¿Qué hay para cenar hoy? –pregunta un marido inmerso en la rutina, sin darse cuenta de que la pierde a ella mientras mira por el balcón.

-Date prisa, lo hecho de menos –pide ella a su alma.

Y su alma lo encuentra, en su habitación. Fumado también un cigarrillo, escuchando una canción reconocida, mirando una foto suya. Sonríe como ella esperaba, pero con tristeza.

-Yo también te echo de menos –susurra a su alma para que se lo diga. Un suspiro cubre la habitación de él y la siente cerca, más de lo que cree. Se acerca a su ventana y deja a su alma libre volar en busca de ella.

Y sus almas se reencuentran, se miran y se abrazan. Se dicen mil cosas, mil sentimientos que ambos llevan dentro. El cariño y el anhelo se funden en un beso y ya satisfechas, desaparecen. Ellos sin saber por qué sonríen y cada uno vuelve a su rutina.
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